Para calificar el estado actual de conservación del retrato que se trate, se ha establecido una jerarquía de ocho valores desde la mejor a la peor situación posible, auxiliada por un número que va desde el +3 al -3.
Excelente (+3)
Muy bueno (+2)
Bueno (+1)
Razonable (+0)
Mediocre (-0)
Deficiente (-1)
Precario (-2)
Pésimo (-3).
Obviamente, esta, como todas, es una clasificación muy subjetiva. Se ha intentado, sin embargo, objetivarla lo más posible y el criterio esencial que se ha seguido es el de la legibilidad de la obra en su conjunto.
Por supuesto se ha atendido a que la plancha de madera esté completa (independientemente de las restauraciones que haya sufrido desde su descubrimiento que, en muchos casos, nos son desconocidas); a que pueda verse la figura del efigiado con mayor o menor claridad; a la posibilidad de distinguir su rostro completo, incluyendo el peinado; a la presencia y lectura de los complementos: vestimenta, joyas, …; a la legibilidad del fondo; y, finalmente, al estado del soporte y de la capa pictórica.
Condensar todos estos parámetros en un solo número es casi imposible, pero como hemos dicho en otras ocasiones, aquí, al menos, nos equivocaremos atendiendo a unos criterios que hacemos explícitos para que puedan ser criticados y corregidos.
Nos parece muy importante señalar un detalle general relativo a la conservación de estas obras de arte que hemos visto reflejado muy escasamente: en general, se conservan mucho mejor las planchas que han seguido unidas a su enfardado, lo cual dice mucho de la capacidad artesanal de los artistas y momificadores egipcios. La razón es que las capas de lino por debajo y alrededor del retrato actúan como un excelente amortiguador para las tensiones y movimientos de la madera (Rothe 1982: 195).